Los españoles pasan de media el 47% de su tiempo durante el confinamiento conectados a Internet. En total 79 horas a la semana. ¿Pero en qué estamos invirtiendo nuestro tiempo en la red durante este tiempo? Pues bien, el incremento del consumo de datos en España ha sido de un 80%, siendo el fenómeno del gaming, la mensajería instantánea a través de Whatsapp o Telegram y el consumo de series y películas en plataformas como Netflix o Amazon Prime los tres comportamientos que más comparte la sociedad española.
Por otro lado el COVID-19 ha disparado en un 136% los beneficios de los negocios que invierten en Marketing Digital. El impacto de esta crisis sanitaria seguramente provoque una recesión económica y empresarial sin precedentes. Esto también ha originado una oportunidad para aquellos que están sabiendo aprovechar todas las oportunidades que brinda Internet siendo el ecommerce o comercio electrónico el vehículo para hacerlo posible.
¿Qué pasará cuándo salgamos a la calle? Pues podemos intuir que el distanciamiento y las medidas de seguridad que adoptará la población harán que pasemos más tiempo en casa que antes, donde las plataformas sociales y las tiendas online se convertirán en los espacios de Internet más frecuentados por los consumidores. Esta nueva realidad va a acelerar y normalizar procesos digitales que quizás esperábamos en los próximos años como por ejemplo el Voice Marketing.
El incremento en el número de horas que pasamos en la red durante el confinamiento marcará unas pautas de comportamiento que se prolongarán durante un largo e imprevisible periodo de tiempo. Pensar que todo volverá a ser como antes francamente es engañarse.
Como en cualquier cambio la capacidad de adaptación y el reciclaje va a ser fundamental para empresas, pymes, autónomos y principalmente el pequeño comercio, que encontrará en las nuevas tecnología no a un enemigo, sino a un potente aliado.
Y que decir de las generaciones tiktokeras, aquellas que han venido a este mundo con una tablet debajo del brazo en lugar de una barra de pan. Ellos son el futuro y quienes no conciben un mundo sin nuevas tecnologías. Ellos son el futuro y probablemente su comportamiento frente a un smartphone no difiera al de estos días confinados. Además, los miedos que los adultos les trasladaremos probablemente los haga un poco más desconfiados y distanciados con el resto. No pretendo garantizar que el escenario será el de un ejército de zombies con mascarilla y smarphone, pero nada me indica que no pueda suceder.
Solo nos queda esperar que esta crisis desemboque en una sociedad más cohesionada solidaria y humana. Más generosa, colaborativa y con más apoyo mutuo. Porque como bien respondió esta misma semana la filósofa Victoria Camps en una entrevista de un diario reconocido respecto a este tema, “cambiar de prioridades es posible, solo hay que querer hacerlo”.
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