Hace diez años, el concepto de red social sonaba a algo exótico. Se veía en los telediarios cómo se vendía la figura del community manager como un perfil tremendamente novedoso: “la profesión del futuro” era uno de los titulares más comunes al respecto. Y bien, ¿cómo han cambiado las cosas en estos diez años?

Pues con una disolución tremenda del concepto de red social. Las fronteras se han ido difuminando poco a poco e internet, que antes podía parecerse al salvaje oeste, se ha domesticado, generando unas posibilidades de comunicación e información que nunca nos podríamos haber imaginado.

Un manual de buenas prácticas

En ese proceso de domesticación, han ido surgiendo perfiles especializados que han atomizado las diferentes tareas, ejerciendo una mayor especialización en los entornos profesionales. Ser community manager se ha convertido en algo tan mundano como ser un fontanero o un panadero.

Y no solo eso. Tenemos el traficker, el content curator, el influencer, el strategist… Un anglicismo específico para cada tarea. Algo bueno que ha traído esta dispersión en el entorno digital es permitir unas buenas prácticas comunes para todos. Sin embargo, aún hoy día, nos encontramos con acciones que pueden llegar a sacarle los colores a cualquiera.

Qué hace alguien como tú en un grupo como éste

Supongamos que tienes un negocio local de cualquier índole. Te llevas bien con tus vecinos, eres alguien conocido y piensas “¿por qué no publicar algunas cosas mías en ese grupo de venta de segunda mano de mi ciudad?” La respuesta es muy sencilla: porque no tiene nada que ver. Y no solo eso: estarás devaluando tu marca y tu producto.

Repetir, repetir, repetir… ¿he dicho ya repetir?

Sabemos que puede ser complicado dar con una idea, un tema o un concepto que permita cierto recorrido en el tiempo. El contenido debe aportar valor y un riesgo que puedes llegar a cometer es encontrar ese valor y repetirlo hasta la saciedad. Créenos: es mejor no decir nada a decir lo mismo cientos de veces.

Verborrea dactilar

¿Conoces ese agobio que se produce en tu interior cuando se te acumulan los mensajes de Whatsapp en una cascada incesante dentro de tu móvil? Pues algo parecido puedes generar en tu público si no paras de publicar. ¿Lo idóneo? Marcar unos días a la semana para publicar contenido e intentar ser breve, conciso y, siempre, dar en el clavo.

Ofertitis diagnosticada

Hay quien usa sus redes sociales como el si fueran un catálogo de papel barato y colores chillones que, en lugar de colarse en tu buzón, se cuelan en la pantalla de tu móvil o tu ordenador. Las ofertas están bien para captar la atención de posibles clientes, pero si solo haces ofertas, devaluarás tu marca y tus productos.

Evita los problemas

Aquí hemos hecho una pequeña colección de posibles errores a los que más de una vez te habrás enfrentado. ¿Lo mejor? Deja tus redes sociales en manos de los profesionales.

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